lunes, 16 de noviembre de 2015

¿Un teorema falso? La peculiar historia de Vladimir Voevodski

«Una de las obsesiones del ser humano en el siglo XXI es reducir la cantidad de imprevistos y eliminar cualquier posibilidad de error. Algo que en ciertas disciplinas resulta humanamente imposible.»
La célebre sentencia de Thomas Alva Edison señalaba que el genio es un 1% de inspiración y un 99% de transpiración, un axioma que ponía el esfuerzo por encima del talento. El matemático ruso Vladimir Voevodski tiene otra fórmula aún más relevante para el siglo XXI y que le ha obsesionado durante años: por cada hora de trabajo en una de sus teorías, debe emplear otras 19 para cerciorarse de que lo expuesto es correcto. Una cantidad de esfuerzo desproporcionada y que se encuentra en consonancia con lo visionario de sus teorías. Cuanto más complejo es el teorema, más sacrificio comprobatorio exige.

No es que el moscovita de 49 años dedique tanto tiempo a la revisión de su propio trabajo por una cuestión de inseguridad o desconfianza. Él mismo comprobó en su propia piel lo que ocurre cuando un error puede acabar con el trabajo de años, tal y como describe un interesante artículo publicado en Nautilus. En 1990, Voevodski publicó junto a Misha Kapranov y Yuri Shabatun influyente estudio matemático, gracias al cual, en parte, consiguió alzarse con la Medalla Fields, el Nobel de dicha disciplina. Apenas unos años después, el matemático Carlos Simpson le respondió con otro paper que sugería que un error podía haberse colado en el trabajo de su colega.

El tiempo pasó hasta el otoño de 2013. En ese momento, Voevodski descubrió que, efectivamente, Simpson tenía razón. No es que hubiese un pequeño fallo, es que el teorema principal en el que se basaba toda su teoría era incorrecto. Como explica en el artículo, su equipo había tenido éxito a la hora de aplicar su afirmación a los casos más complejos, pero en el más sencillo era falsa. ¿Por qué? “Nunca nos molestamos en comprobarlo”. Desde entonces, el célebre artículo lleva añadido un apéndice del que no se desprenderá jamás: “Cuidado: El principal teorema de este estudio fue demostrado falso por Carlos Simpson”.

Vladimir Voevodski

Admitir el error no fue suficiente. Como explica el matemático, este descubrimiento cambió por completo su manera de enfrentarse a su labor investigadora. Empezó a vivir con la incertidumbre de ser incapaz de asegurarse que no había cometido ningún error, algo que puede ser complicado en muchas otras disciplinas pero casi humanamente imposible a los niveles en los que Voevodski se mueve. “Dejé de investigar guiado por mi curiosidad, porque en las áreas donde esta me llevaba, áreas de interés y belleza, carecía de herramientas para explorarlas”.


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